martes, 7 de mayo de 2019

GUADIX ES COMO LA CAMPANA, por Carmen Hernández Montalbán



He leído la obra en prosa poética de don Carlos Asenjo Sedano, Guadix: la campana. Si dijera que me ha sorprendido mentiría, pues este hombre singular posee un talento extraordinario y una personalidad arrolladora que ha llenado los estantes de libros sobre la ciudad de Guadix, con su mirada lúcida, desde los prismas del investigador histórico y del escritor prolífico.
Guadix es el epicentro de toda su producción literaria y científica, Guadix y su comarca, su tierra natal. Y es Guadix la gran caja de resonancia de este hermoso libro. La ciudad se convierte en al ritmo de distintos toques de campana en un auditorio de experiencias, recuerdos y emociones del autor, que de tanto hurgar en su historia, nos sumerge ahora en la intrahistoria accitana.
El toque a veces llama “a liturgia”; convocando a las gentes no sólo a la liturgia de la misa, sino a la liturgia del quehacer de cada día desde tiempos pretéritos, a las costumbres, a los rituales que otorgan identidad a un pueblo cuya existencia se remonta al principio del mundo, pues así lo atestiguan su geografía y su orografía. El autor es consciente de que su ciudad es un enclave estratégico, con una belleza y una fuerza telúrica inconmensurable y esto se expresa a toque de campana. La campana es el corazón del autor y sus toques son los latidos, los pálpitos de las emociones.
El toque de campana es el resorte evocador que a veces suena “a rebato” que arrastra recuerdos desoladores en los que la muerte es una fiera encarnizada engullendo a su paso voluntades, conciencias y dignidad. En la memoria del autor reverberan escenas de la Guerra Civil, vividas en su infancia.
Para finalmente tocar “a mort” o “a pino”, invitando al silencio de la contemplación, del respeto y del duelo;  el duelo por todo lo que la ciudad ha perdido a lo largo de la historia. El silencio de un día de nieve, el silencio de los atardeceres rojo candente de Guadix…, el silencio de su paisaje y de su gente.
Pero la campana y sus toques también marcan el trascurso del tiempo en la ciudad. El paso a veces precipitado y a veces lento de los recuerdos del autor al que tocó vivir una de las etapas  de la historia de España más descarnadas. En sus comentarios alegóricos hace un análisis del paisaje y del paisanaje y lo hace a veces con dolor, con una prosa lírica que además nos cuenta una historia: la de la ciudad. Para ello se sirve de todos los elementos que caracterizan un texto poético en el que la metáfora principal es la campana. La anáfora se utiliza constantemente, sobre todo la repetición de palabras que dotan de ritmo a la obra, imitando los toques.
La antítesis es otra de las figuras de las que se sirve el autor para adentrase en la psicología de los accitanos que describe como individuos paradójicos, cargados de contradicciones.
Es, a mi parecer, la obra literaria más original de C. Asenjo  que sin alejarse de su obsesión principal: Guadix, es fruto de la experimentación de nuevos registros narrativos más sentidos que pensados; de ahí su carácter lírico. Pero escritos con la exquisitez que sólo se consigue con la frescura de la emoción. Porque “Guadix: la campana” está escrita desde la emoción y la experiencia de un observador que no es ajeno a aquello que nos cuenta. Por eso, sumerge al lector en un universo sensorial y sentimental que sobrecoge.  


lunes, 6 de mayo de 2019

SONATA DE MUJER: UN EJERCICIO DE EMPATÍA, por Carmen Hernández Montalbán





Ante la ingente cantidad de nuevas novelas que en la actualidad abarrotan los estantes de las librerías, son pocas las que descuellan, haciéndose un hueco entre las preferidas por los lectores, aunque los editores hayan puesto a su servicio un gran aparataje publicitario y no digamos ya, hayan conseguido la vanagloria de la crítica. El lector, en definitiva, tiene la última palabra. Ellos pueden catapultar al éxito a un autor novel y condenar al fracaso a uno cacareado por la publicidad. Ahora bien ¿Qué es lo que hace que una obra perdure en el tiempo como favorita? su originalidad, factor proporcionalmente relacionado con el talento del escritor y su capacidad de empatizar  con el lector. La novela de Eduardo Moreno Alarcón: Sonata de mujer,  finalista del Premio de Narración Corta Felipe Trigo 2017, posee estos dos factores.
En ella, a modo de diario, la protagonista nos hace partícipes de sus emociones y experiencias como pianista y como mujer. La vida de Clara Wieck, pianista y compositora, más conocida como Clara Schumann por haber estado casada con el compositor, se asoma en esta novela revestida de ritmo, melodía y tempo: he aquí el elemento singular de la obra.
La estructura de esta novela está pensada como una partitura. En ella el autor, al igual que un director de orquesta, ordena sus capítulos titulándolos con el nombre de los diferentes movimientos de una obra musical: Preludio, allegro moderato, adagio appassionato, allegro vivace, impetuoso, andante moderato, etc. Las diferentes etapas de la vida de la artista, son narradas en primera persona, y cada una de ellas, puede ser identificada con cada uno de esos movimientos en la música.
Pero no solo en la estructura de la obra es donde se refleja esa influencia de la música en el proceso creativo, también está presente en el lenguaje, donde se produce una nueva simbiosis, al describir las emociones de los personajes; he aquí el segundo factor que la dota de sintonía con el receptor:
Pág. 68
“El corazón empezó a latirme con cadencia de vivace. Los gritos de alegría rebotaron en la estancia como el eco de violines rasgueados. De pronto los objetos de la casa, los muebles y hasta el piano cobraban una nueva densidad, un brillo diferente. Cogidas las manos, dimos vueltas y más vueltas, jugamos a ser niños otra vez. Sólo con cerrar los ojos recupero aquella danza improvisada, aquel ritmo ternario, aquel tiempo de vals.”

Esta es una novela que nos hace evocar el romanticismo de las de las hermanas Bronte, o las novelas de la escritora británica Jane Austen en la época Georgiana, pues consigue crear esa atmósfera, pero lo hace de un modo del todo novedoso, mucho más directo; utilizando frases cortas que dotan a la obra de ritmo, creando una mayor intimidad y complicidad entre el lector y el personaje.
El haber elegido el narrador en primera persona, hace que la obra cobre verosimilitud, que los rasgos psicológicos de los personajes se manifiesten con mayor fuerza en la novela. Pero, al mismo tiempo, exigen del autor una mayor implicación, para ponerse en la piel de una mujer, algo que, imagino, no habrá resultado fácil a Eduardo.

domingo, 5 de mayo de 2019

EL PARAÍSO DE SOTO DE ROJAS, por Carmen Hernández Montalbán.




La Granada de don Pedro Soto de Rojas y por ende, la Granada del Siglo de Oro, puede verse, respirarse, degustarse…, en definitiva, revivirse en la deliciosa novela que el escritor granadino, Fernando de Villena, ha publicado recientemente, El cautivo de su paraíso.
En ella, el poeta cobra entidad, contándonos en primera persona sus dichas y desdichas. Del hilo de su voz, caminamos por los barrios más señeros y castizos de la simpar ciudad de la Alhambra. A través de ella conocemos el escenario  de una sociedad en la que convivieron los descendientes de esos primeros pobladores linajudos, acreditados por los apellidos y la heráldica de aquellos caballeros que debieron recibir mercedes por su participación en la conquista del Reino de Granada: los Enríquez, los Guzmán, los Veneroso, los Tovar…, con prósperos mercaderes venidos de Nápoles o de las Indias, tornados en canónigos, escribanos, inquisidores y esclavos moriscos o traídos de tierras colombinas.
Fernando de Villena da voz al poeta con la maestría de quien conoce el lenguaje de los siglos XVI y XVII; no sólo el de las élites de entonces, sino el lenguaje popular, las costumbres, afanes y ambiciones de aquellos hombres y mujeres. Pero además, en la novela se notan los posos del un trabajo documental minucioso que toda novela histórica requiere y que dota a la misma del esqueleto, luego revestido con la piel, las venas, el músculo y el nervio que le otorgan la creatividad y el buen hacer literario. La documentación se disuelve en la trama de la obra sin que en ningún momento esta se resienta o quede afectada por el tedio de algunas novelas históricas. No se distinguen en ella los personajes históricos de los ficticios, porque el autor de “El cautivo de su paraíso” no se limita a hacer un simple esbozo de sus caracteres. Su personalidad queda bien dibujada, ya sea por medio de las descripciones o a través de los diálogos y acciones de los mismos. ¿Cómo no traer a colación al inquisidor don Gaspar de Carratraca y Cenizo de Ábalos que tanto llamó mi atención? Con tan sólo unas pinceladas, queda retratado este singular personaje que, a día de hoy, no sé si alguna vez pisó la tierra.
En la segunda parte de la novela, el poeta Soto de Rojas trasciende en el tiempo, transformado en un hábil observador fantasma. Su alma vaga por las estancias de su paraíso, un hermoso carmen del Albaicín, actualmente conocido como la Casa de los Mascarones. Desde allí ve transcurrir las vidas de personajes que, siglos posteriores, habitarían la casa.
La lectura de la novela es muy amena e instructiva, pues está salpicada de anécdotas y notas de humor. Felicito a Fernando de Villena por esta nueva obra y quedo muy pendiente de las próximas que vendrán.
¡Enhorabuena, maestro!